domingo, 5 de septiembre de 2010

La libertad de la revolución democrática de Chávez

Nuestro comandante presidente es la pesadilla del imperio, esta jugada magistral del destino, este despertar del pueblo heroico de Venezuela, que “descubrió” el camino de las elecciones para arrebatar el poder político a los poderes burgueses de forma pacífica, debe llenarle de espantos los sueños a Obama.



En completo uso de las libertades democráticas establecidas en por ellos mismos, la libertad de expresión, la libertad de empresa, la libertad de oponerse, la libertad de hacer todo lo que se quiera, ha desarmado todas las estrategias de dominación que por largos decenios le sirvieron a la oligarquía.
Ya es muy difícil hacerle creer al resto del mundo que Chávez es un dictador, un déspota, un asesino. El mundo sabe de las trece veces que Chávez a convocado al pueblo a expresarse por medio del voto y decidir su destino, ya todos los pueblos del continente no solo lo saben, sino que repiten la jugada.
El secreto indescifrable se llama conciencia de clase, conciencia social y conciencia del poder popular. Venezuela es un pueblo armado de ideas, de claridad cotidiana  en una lenta pero inexorable marcha hacia el desarme de la catástrofe capitalista. El pueblo es sabio y paciente, ha soportado todos los errores cometidos, pero sabe ver las luces del alba que ya empiezan a aclarar un nuevo día.
Ante la proximidad de las elecciones parlamentarias del próximo 26S todo el pueblo se ha largado a las calles a proclamar su voluntad por la profundización del socialismo que Chávez les ha enseñado como puerta de salida de la crisis del capital, de la pobreza, de la dominación y la explotación de las clase rica sobre la pobre, que por mucho tiempo oprimió y lleno de miseria a toda nuestra América. A las fuerzas del pasado no les queda  posibilidad alguna de tapar esta enorme y brillante verdad, el pueblo en su gran mayoría va a seguir apoyando de forma más radical a su comandante presidente.


Se han refugiado en sus rencores y frustradas ganas de hacerse nuevamente de nuestros destinos, sus banderas en esta contienda no son otras que la muerte y la violencia, intentan sembrar el terror mientras que en toda la patria florecen cantos de triunfo, de  calidad de vida, de educación para todos, de salud preventiva como la de Cuba, que hoy es hermana y querida compañera de nuestras luchas, eso nada lo puede ocultar. Entre ellos se pelean y caen a mordiscos como en una arrebatiña  infantil en la que ya solo les queda la personalista ambición de quedarse con alguna cuota del poder que este camino aun les ofrece tener con la minoría de votos que puedan lograr, no van más allá. O más allá queda solo la salida de la fuerza, a la que Obama no se decidirá tan fácilmente.
Esta marcha revolucionaria novedosa e invencible ha sabido enfrentar todas las agresiones mediáticas,  todas las provocaciones montadas por el pentágono para tratar de  desestabilizarnos, ha  vencido paso a paso  cada batalla de ideas y hoy se prepara a  asestar una derrota al enemigo que profundizará  la voluntad de todas nuestras conciencias. La paz, no solo en Venezuela, sino en el mundo, es el símbolo y la bandera con que arropamos nuestro avance indetenible.
Este Septiembre comienza  con olor a victoria. Ya no solo es Venezuela la que lucha sola por el mundo nuevo. Es la inmensidad de la humanidad que entiende que hay que hacer algo, que hay una lucha importante por abrir un camino. Se va a la lucha con sonrisas dulces en la boca, con la esperanza triunfando en los corazones.
La revolución en libertad ha desarmado al imperio y ha sublevado a más de un continente. El 26S Venezuela triunfara nuevamente con más fuerza y como para celebrar esta victoria, el 29S hablarán de frente los pueblos de Europa. Los tiempos están cambiando.
No se detenga nadie en su marcha, sigue con nosotros camarada Fidel, llénate de la fuerza de todos comandante presidente Chávez que estamos venciendo y venceremos!


sábado, 4 de septiembre de 2010

EL PUEBLO BOLIVARIANO ES UN PUEBLO EN MARCHA TRANSFORMANDO SU HISTORIA

La historia no es un bien para recrearse en él sino una herramienta para transformarla





El comandante y líder indiscutible del proceso revolucionario insiste machaconamente en la necesidad de profundizar los cambios, especial y particularmente en el ámbito de la ideología, equivalente a decir, en el pensamiento, en la conciencia y los valores de vida revolucionarios. Tiene razón el comandante Chávez, sino cambiamos la forma de pensar egoísta, individualista y materialista heredada del viejo sistema, los cambios podrían devenir en maquillaje gatopardiano condenado a ser absorbido más temprano que tarde por el sistema y la cosmovisión capitalista.

Empezaremos a ver, -como ya ha sido denunciado- muchos “revolucionarios” enquistados en la administración pública o beneficiarios de las políticas sociales y económicas de la revolución repitiendo el mismo comportamiento insolidario, utilitario y excluyente que caracterizó a los beneficiarios del régimen puntofijista. Sería bueno recordar que en su momento, antes de que invadieran las urbanizaciones de clase media con su grosera opulencia, los adecos (social demócratas) eran considerados tierruos, patas en el suelo y chusma por la pequeña burguesía del estatus casi con el mismo desprecio con que hoy lo hacen con los “despreciables chavistas”, podría ser sólo cuestión de tiempo, acomodos y desgaste para que el chavista empiece a ser aceptado y absorbido por los valores pequeño burgueses a menos que seponga rápido remedio.
Allá por los años sesenta, cuando un buen número de jóvenes se entregaba con ilusión a la utopía del “la toma del cielo por asalto”, el filósofo marxista Ernst Bloch dio a conocer un trabajo cuyo título era: “Carismas de un pueblo en marcha”. El trabajo se refería a los carismas y dinamismos interiores que son necesarios para que un pueblo haga historia transformadora. Transformar la historia a partir de la etapa heredada requiere de unos carismas especiales, necesita de unos valores espirituales específicos sin los cuales el objetivo profundo de los cambios suelen quedarse en superficiales y epidérmicos.
Hoy, como ayer, la propuesta de Ernst Bloch posee la frescura joven de la verdad. La Revolución Bolivariana ha nucleado un pueblo en marcha empeñado en la tarea de construir y ser portador de una sociedad de justicia, equidad e igualdad. ¿En que forma y bajo que carismas ha de estar presente el espíritu revolucionario para que este pueblo se mantenga en marcha, no retrograde y para que esta marcha sea creadora?. Veamos:
Bloch se refería a los dones, valores o presencias que un pueblo en marcha necesita para hacer una verdadera revolución y las enumeraba como: lo profético, lo cantor, lo medical y lo regio. Nos referiremos al carisma o don de partida:
EL PROFETISMO RADICAL:
Sin profetismo radical no hay revolución. Un pueblo sin el carisma profético pierde su capacidad de analizar el presente y, sobre todo, de tender utópicamente hacia el futuro. Pierde impulso revolucionario, se estanca y termina retrogradando. El profetismo –hoy podríamos llamarlo el carisma contralor- es el don que se manifiesta en la persona que no transige con los acomodos del presente sino que se abre, siempre, dolorosamente, a la promesa de justicia e igualdad.
El profetismo hace que se digan las cosas como son a todo riesgo, que se digan por qué las cosas están mal con lenguaje y conducta que no admita componendas: las cosas se ponen mal cuando hay ausencia de una radical fidelidad al pueblo y la revolución. El carisma contralor arranca de constataciones reales, con objetividad y sin especulaciones porque lo que en definitiva le interesa es poner al descubierto la causa radical del mal y no cebarse en los errores del camarada.
Porque pone las cosas al descubierto, sin matizarlas o ideologizarlas, y porque sitúa al camarada frente a las exigencias inapelables de la Revolución, el profetismo puede resultar tremendamente antipático, duro y desabrido, una presencia muchas veces indeseada e intolerable.
Ahora bien, la diferencia entre un profeta y un simple precursor de calamidades o un sembrador de calumnias es su amor vibrante por el pueblo, su fidelidad a la revolución. Ciertos camaradas pueden olvidarse de la Revolución, pero la Revolución no se olvida del pueblo, está en el pueblo, es el pueblo. El profeta es alguien que capta en toda su dimensión esta realidad y por eso no se es profeta porque se denuncia sino porque se anuncia siempre la esperanza. Donde no hay anuncio de esperanza no hay verdadera profecía revolucionaria.
¿Por qué es tan importante la presencia de lo contralor y profético dentro de la Revolución? El profetismo tiene que ser para la Revolución una “terapia de shock”, una curación a través de la sacudida que produce poner al descubierto la realidad ambigua o corrompida allí donde se encuentre y, sobre todo ello, la difícil esperanza que vincula la justicia y equidad revolucionarias al hacer honesto y apasionado de sus líderes y cuadros. Sin el elemento profético, el revolucionario se vuelve amorfo, no sabe exactamente para qué existe, pierde su orientación y el sentido de su misión. El revolucionario necesita de lo profético como el pan de la levadura.
En este momento particular de la revolución bolivariana, cuando buena parte de sus objetivos fundamentales están por realizarse es fundamental este profetismo contralor, denunciador y orientador que impida su desvío hacia los ámbitos del mero reformismo. En este momento revolucionario, cuando debemos conquistar la pasión sagrada por la Revolución en el alma de nuestro pueblo para que avance por encima de manipulaciones hacia la victoria el 26 de septiembre, la exaltación de las esencias revolucionarias se hace imprescindible.




EL 26 DE SEPTIEMBRE VOLVEREMOS A REFRENDAR LA VICTORIA
¡PATRIA SOCIALISTA… O MUERTE!
¡¡¡VENCEREMOS!!!